10 de jul. de 2007


Yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado
y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa —limpio de todo mal—

Cómo sabría amarte,
cómo sabría amarte,
amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía amarte más.
Y todavía amarte más y más.
Neruda

Um comentário:

Juan Pérez Escribano disse...

Debería estar dedicada a tí.